Moncha sublimando

... y me embarga la tristeza y me consume la desesperación.
¿Debería tomar una decisión?
¿Debería quedarme?
¿Debería irme?
¿Debería acostumbrarme?
¿Debería resignarme?


Tantos "debería" me abruman, me acosan.
No entiendo por qué me siento obligada a hacer siempre lo "correcto".
Ya ni siquiera se qué es "correcto" o no.


Sólo quiero, no vivir así...


Y para vivir diferente...


No sé que debo hacer.

Eso me dijeron ayer... 
Y aún sigo dando vueltas en mi cabeza, tratando de entender. Tal vez, debería dejar de pesar y tomar las decisiones "con la panza".

Esta semana, lo que inició como una "investigación de campo", terminó en una profunda reflexión acerca de mi vida, de mis "amores", de mis experiencias y de cómo cada quién vive, disfruta, sufre, muere y se defiende del amor.
La gran mayoría de nosotros, aspira al amor. Al amor que, como en "Twilight" te quita el aliento, aquel que es de entregarse, de proteger, de renunciar a todo, incluso a la fe  y a la propia identidad. Aquel que podría redimirnos, hacernos trascender.
Ese amor que traspasa épocas, modas, tendencias e incluso la terapia, un amor que nos vuelva locos. Un amor que nos haga vivir, y por qué no, también morir.
Creo que éxito del libro tiene que ver con la "identificación", con la facilidad con que uno puede identificarse con uno u otro, o con todos. Con los deseos de que mi "historia hubiera acabado así". Con la incesante necesidad de encontrar un amor así. De ser uno mismo el personaje principal de una historia donde sea merecedor de las pasiones, arrebatos y lágrimas de un ser maravilloso (aunque si me dejo llevar por lo que dice el libro, entonces tendría que agregar a esta oración: "un ser maravilloso, al cual no merezco" y no estoy de acuerdo con ello)
Y esos amores existen. De verdad existen. Igual que en la película: impulsivos, sobreprotectores, sádicos, manipuladores, y también leales, fieles y comprometidos.
He conocido a hombres que son como Edward... que me han encantado, fascinado. Por los que estuve a punto de cometer locuras. He sentido la desesperación de no estar con ellos. La dicha de sus besos y el dolor de la separación. Lo he sentido todo. 
He conocido Bellas, con miedo a mostrarse vulnerables, me he sentido así, negando la existencia de cualquier deseo de amar, para evitar darme un golpe contra lo que yo llamaría "la dura realidad". (Una realidad que no siempre existe, que se perpetua con el miedo y con la firme creencia de no merecer un "un amor de esos")
He sentido el vacío de alguien, y lo he sentido en mi. Se lo que es querer quedarse pero tener que irme. He tenido dolores que no pasan, que me han carcomido lentamente hasta que algo en mi se resiste a ellos. 
Todo eso que sale en el libro existe. Existen las relaciones así, intensas, dolorosas, llenas de aventura y de decepción. Existen Edwards y existen Bellas.
La sanidad de estas relaciones es tema aparte, mi reflexión es acerca de todo aquello que se vive y que se muere cuando se ama. 
Todo aquello que no se siente más que una sola vez como la ansiedad de querer besar a alguien por primera vez, como el gozo indescriptible de dormir y amanecer con  alguien por primera vez, la emoción del cortejo, la decepción y el dolor profundo de la traición y el desamor.
Me doy cuenta que he estado enamorada... algunas veces con muchos daños colaterales y algunas otras en condiciones menos dramáticas.
He tenido amores muy largos, en los que la emoción de los primeros meses se ha convertido en un amor maduro, sereno y lleno de complicidad; y los he tenido breves, espontáneos, llenos de sorpresas, dolorosos.
He vivido mi propia versión de "Twilight". Con todo y sus consecuencias (la mayoría no muy agradables) y sigo viviendo. 
Hablar de sí es sana o no una relación "como esa" no cabe aquí, sólo quería hablar acerca de la locura de amar, de como se pierde la cabeza, de como nada tiene sentido y al mismo tiempo comienza a tenerlo.